Cada hora se suben miles de vídeos, las visualizaciones de contenidos se cuentan por millones… ese es el día a día de el gran servicio de video en streaming YouTube. Esta plataforma que nos acompaña desde hace años, ha sido hasta ahora el líder indiscutible (ahora Facebook parece que cada vez le hace más sombra) y ha generado en torno a su servicio millones y millones de dólares a base de publicidad.
Los propietarios de los derechos de autor siempre mostraron su desconfianza hacia este servicio, y así después de mucho tiempo peleando lograron llegar a acuerdos con Google (bueno, ahora Alphabet) para repartirse parte de ese pastel de ingresos por pubicidad y ahorrarse tediosas batallas legales para retirar vídeos que infringiesen los derechos de autor (que también se sumaban por miles).
Así pues, todos contentos, los propietarios de derechos de autor recibirían su compensación y Google no tendría que estar borrando contenido indiscriminadamente evitando así que los usuarios se desencantasen y abandonasen la plataforma. Pero aquí llega otra cuestión ¿como hacer ese reparto? Los propietarios de derechos de autor querrían maximizar esos ingresos y Google por su parte minimizarlos. Así pues asignar un porcentaje de los ingresos de publicidad era la clave ¿pero como repartirlo a quién correspondiese?
Es aquí donde surge ya desde 2007 una tecnología llamada Content ID, que es la clave que permite a Google identificar su un vídeo debe someterse a derechos de autor o no. Esta tecnología ha ido evolucionando con los años, y es casi infalible, siendo capaz de detectar tanto audio como vídeo y ahora también «melodías» que puedan estar sometidos a derechos de autor.
Para ello Google trabaja con más de 8.000 colaboradores que le envían el material de referencia (videos o canciones originales) y que Content ID se encarga de rastrear cada vez que un usuario sube algún contenido a la plataforma. De esta forma, si se detecta que un determinado vídeo tiene derechos de autor, Google ofrece la posibilidad a su colaborador de monetizar la publicidad, bloquear el contenido o simplemente rastrearlo; no cabe duda en que la gran mayoría de las veces los creadores o propietarios deciden monetizar. En estos casos, el usuario que haya subido el vídeo no podrá intentar monetizarlo. Por supuesto, hay casos en que las compañías pueden estar interesados en permitir al usuario la monetización como suele suceder con los Youtubers, así pues Youtube también ofrece la posibilidad de ello.
Así pues Google y propietarios de derechos de autor, tienen en Google ID su intermediario para el reparto de ingresos y es el que ha evitado multitud de litigios que no podrían sino haber ido en detrimento de la evolución de este servicio.