Quien haya instalado Google Chrome, muy posiblemente no recordará haber actualizado en ningún momento el navegador y aún así aunque haya pasado mucho tiempo desde que lo instalase, el navegador se encontrará muy probablemente en la última versión disponible. Este sistema de actualizaciones automáticas se aplica cada vez más, Mozilla ha anunciado hace no mucho un sistema similar de actualizaciones para su navegador Firefox, internet Explorer se actualizaría con las actualizaciones programadas de Windows Update, etc… Los servicios web son otro claro ejemplo de como las actualizaciones se aplican de forma automátizada, así de pronto un buen día, podemos encontrarnos con una interfaz renovada, con funciones nuevas y otras que han desaparecido.
El mundo tecnológico está en constante evolución y de ahí que se apliquen estas actualizaciones de forma constante y continuada. Pero son esas actualizaciones ¿beneficiosas o perjudiciales? En un principio todos debemos pensar que son beneficiosas. Normalmente supondrán nuevas funciones, mejoras en la usabilidad, en el rendimiento, más seguridad. Sin embargo, también tienen sus inconvenientes. A veces los cambios en el diseño suponen un giro tan drástico que los usuarios se pasan mucho tiempo buscando funciones que antes sabían como hacer casi a ojos cerrados, y que ahora sin embargo no son a localizar. A veces incluso funciones que los usuarios podían utilizar, han desaparecido para nunca más volver, obligando a veces a migrar a otra aplicación o servicio que siga soportándolas. Los desarrolladores pueden haber invertido mucho tiempo en desarrollos que ahora con las nuevas versiones no son funcionales o incluso suponen problemas. Podrían aparecer nuevos agujeros de seguridad no contemplados.
En fin, a veces es difícil saber si este frenético ritmo de actualizaciones es beneficioso o perjudicial. Sin lugar a dudas, medidas como permitir seguir usando interfaces antiguos durante algún tiempo hasta que nos adaptemos a los nuevos, o compatibilidad con versiones anteriores de complementos y formatos, serían funciones imprescindibles para permitir que los usuarios fuesen capaces de asimilar estos cambios con relativa confianza y sin mayores inconvenientes. Aún así, medidas así no siempre se aplican y pueden ocasionar el descontento de los usuarios que verterán en internet sus críticas, mientras que otros por su lado alaban los cambios. Sin lugar a dudas, nunca llueve a gusto de todos, pero por ahora tendremos que seguir asumiendo que el mundo tecnológico necesita avanzar para poder seguir innovando (y de paso permitir que algunas empresas puedan seguir haciendo sus negocios).